Pedro Piñeiro de la Rodera nace el seis de julio de 1768 en Andiñuela de Somoza. Era hijo de Juan Piñeiro Crespo y de María de la Rodera Castro, y no se sabe cuando se marcha de la Maragatería, pero posiblemente trabajaría como criado para un rico arriero y con el tiempo se asienta en tierras extremeñas. Allí se casa con Francisca de Trejo, hija de Francisco de Trejo y Jerónima Hidalgo, vecinos de Talayuela (Partido Judicial de Navalmoral de la Mata). En este pueblo se desarrolla su vida como fabricante de carbón de brezo, y tiene tres hijos: Tomasa (que muere al cabo de un año de nacer), José y Incolaza.
Pedro comienza sus correrías (no se sabe porque
razón) a finales de 1779 por tierras de Ávila, Plasencia
y Talavera, y en tan sólo ocho meses sembró el pánico
en la comarca.
Actuaba como jefe de una cuadrilla, en la que le acompañaban continuamente
tres hombres (a parte de otros agregados temporales):
- Marín Rodríguez, apodado "el Martinillo".
- Lorenzo Almanza.
- El apodado "el Estudiante".
Estos hombres se dedicaban a asaltar por los caminos, siempre de malos modos y con armas de fuego, y durante sus correrías asesinaron a dos personas (en las comarcas en las que actuaban se les atribuían otras dos muertes, que en la realidad solo las causaron indirectamente).
La primera de ellas ocurrió el 1 de abril de 1.800, en Ontanares, cuando matan a Eugenio Sánchez, uno de los Dragones que les perseguían. La otra ocurrió el uno de septiembre en el robo de Francisco Nicolás, vecino de Tejada.
Las dos en las que intervino el Maragato indirectamente fueron las siguientes:
- La primera ocurrió cuando dos partidas de paisanos
organizadas por las justicias de Zarandilla yTalaveruela, se zarzan en
una refriega entre ellas creyendo que se encontraban ante el bandido Maragato.
- La otra muerte fue la del Estudiante que cayó ante otra partida
que tuvo más suerte que las anteriores.
El 23 de noviembre de 1.800, el Maragato, el Martinillo y el Almanza se presentan en persona en la escalera del Palacio del Escorial, para entregarle a Carlos IV un memorial en el que le pedían el perdón de sus delitos. El rey se reservó de momento el ejercicio de clemencia y les mandó conducir a la cárcel de la Corte de Madrid, para que la Sala de Alcaides les formara causa. El proceso duró tres largos años en los que intervinieron doscientos treinta testigos y se identificaron cuarenta y dos robos esparcidos por las comarcas de Ávila, Plasencia y Talavera.
Las condenas fueron muy fuertes:
- El Maragato fue condenado a la horca y al descuartizamiento.
- El Martinillo también fue condenado a la horca y su posterior
descuartizamiento.
- Jerónimo Martín a doscientos azotes y ocho meses de presidio
en Almanza.
Sin embargo los Alcaldes de la Corte tuvieron muy en cuenta la libre presentación de Piñero y de dos compañeros a las reales plantas "arrepentidos sin duda de sus delitos". La clemencia del rey no tardó en llegar y el 22 de enero de 1804 el rey extendió de sus puño y letra el decreto de conmutación de las dos penas capitales por la de doscientos azotes, el paso bajo la horca y el destino de diez años de bombas en el arsenal de Cartagena.
Pedro Piñero pasó tres años en el
Arsenal de Cartagena, y el 28 de abril de 1806 se escapó con un
compañero ocultándose los dos en el caño de la bomba
durante nueve días, trascurridos los cuales se descolgaron por
la muralla. Debido a la caída se mancó en las piernas y
anduvo deambulando y mendigando por la zona entre cuadrillas de segadores.
El cinco de junio, día de Corpus, comienza de nuevo sus fechorías.
al temer ser delatado por una persona que le conocía, por tierras
toledanas y roba una vieja de más de setenta años unos panes,
unas libras de tocino, unas alforjas y una escopeta .
Siguió cometiendo robos por las sierras donde se
ocultaba hasta que se dirigió a la casa del guarda de Verdugal
con la intención de hacerse (por la fuerza) con un caballo domado.
Una vez allí obligó a entrar a las personas que se encontraban
en sus interior en un cuarto, encerrándolas en el. Se disponía
a marchar con su nuevo caballo cuando alguien se acercó al lugar.
Pedro se tranquilizó al descubrir que se trataba de un joven fraile,
encerrándole igualmente en el cuarto, aunque momentos después
el religioso volvió a salir al solicitar el bandido unos zapatos.
Es en este momento en el que Fray Pedro de Zaldivia (que así se
llamaba), que le arrebata el arma, provocando que Pedro Piñero
corriera al caballo por otra escopeta. El Fraile disparó, causando
la espantada del animal, momento en el que el protagonista de esta historia
emprendió la huida.
Fray Pedro, tras breves advertencias para que se entregara, dispara hiriéndole
en una pierna.
El Bandido Maragato es apresado, y después de un corto proceso es condenado a una pena ordinaria de muerte de horca con la calidad de arrastrado, y expuesta su cabeza y cuartos en los caminos donde actuó, de nada sirvió la petición de clemencia de Fray Pedro. El día 18 de agosto de 1.806 es ajusticiado, en medio de una gran expectación y con el doble de tropa de infantería y caballería. Sus restos fueron expuestos el 22 del mismo mes, siendo cristianamente sepultados el 13 de marzo de 1.807 en la iglesia de Santa Cruz de Madrid por los cofrades de la caridad.
Por otro lado, la vida de Fray Pedro de Zaldivia se hunde en el anonimato tan pronto desaparece el Maragato, a quien debía la momentánea fama que acaparó.